26 noviembre 2008

Filosofía a dos duros


Como todos los años en vísperas de fiestas Marietta se pelea con los billetes de avión. Y las compañías aéreas, los agentes, su banquero, y su perra que esta vez se queda en casa.

Y se da cuenta de que cada vez es más complicado decidir (si es que puede) con qué compañía volará. Porque con la edad a Marietta le surgen cuestiones existenciales que a los 20 ni se planteaba. Dulce inconsciencia añorada de cuando lo importante era simplemente viajar, no importaba donde ni con quien. Primaba la aventura.

Y en esa bienvenida al club de los adultos Marieta se sorprende pensando en cuestiones trascendentales mientras mira por la ventanilla el inmenso océano que la separa de su casa. La última de ellas, y cuidado es muy duro aceptarlo, “ ¡Paaaaa que increíble que hayamos logrado volar !!”.
Asusta, ¿verdad?. No tanto la reflexión sino que se llegue a formularla. Es un proceso complejo, encabezado por la expresión de mayor carga admirativa que esta mujer pudo encontrar en Uruguay.

Hace muuucho tiempo un gran periodista español lo resumió perfectamente, “el día que vea a una paloma conduciendo un camión me subiré tranquilo a un avión”.

Por suerte Marieta todavía no llegó a ese estado, y digo por suerte porque le quedan innumerables aviones a los que subirse.

1 comentario:

10050 Cielo Drive dijo...

Me acuerdo del comentario que me hizo mi amiga Cynthia de México. Algo así como "dame un abrazo que con tanto ir y venir en avión algún día cae y no nos vemos, hahaha". No le vi la gracia. Los aviones me ponen de los nervios, bien lo sabe Marieta, que por ello le debo muchas visitas a muchos países.