Hoy tuve una ruptura civilizada. De esas de adultos.
Vino temprano de mañana, preparó el desayuno mientras yo dormía, como muchas otras veces, y me despertó con un beso en el hombro.
Al cabo de un rato, sin apenas haber logrado conversar nada, dejó las llaves en el murito de la entrada, cogió el casco y se quedó en la puerta con la mirada triste. Le di un beso de despedida, de esos muy dulces y tiernos, para que no lo olvide nunca, y salí al balcón a fumarme un cigarrillo y ver como La Bestia salía de mi vida.
Tengo el regusto amargo de las cosas que quedaron pendientes.
Vino temprano de mañana, preparó el desayuno mientras yo dormía, como muchas otras veces, y me despertó con un beso en el hombro.
Al cabo de un rato, sin apenas haber logrado conversar nada, dejó las llaves en el murito de la entrada, cogió el casco y se quedó en la puerta con la mirada triste. Le di un beso de despedida, de esos muy dulces y tiernos, para que no lo olvide nunca, y salí al balcón a fumarme un cigarrillo y ver como La Bestia salía de mi vida.
Tengo el regusto amargo de las cosas que quedaron pendientes.