12 julio 2007

¿Cómo se puede ser tan guapa? Que diría mi madre.

Lo que me llama la atencion de esta mujer no es tanto su excepcional belleza como su elegancia. Tiene ese tipo de clase que por mucho que se intente no se consigue, es innata.
Y si a esto le añadimos los diseños de la época (Balenciaga, Givenchy, Dior, …) dibujando aquellas cinturas de Hollywood, unas facciones a prueba de bomba y un perfil impecable, la belleza que se desprende de tal mujer resulta casi insultante.

Es curioso pero creo que Grace Kelly es la única mujer rubia entre mis musas de la elegancia.
Comparte lista con Audrey Hepburn a la que sin importar su edad, encuentro de una frescura deliciosa, con actrices no tan bellas en el sentido literal pero dotadas de una gran clase como Lauren Bacall y Katherine Hepburn, y directamente con las feas como Bette Davis.

Es siempre un placer apartar una tarde, de esas de domingo lluvioso, y volver a ver algún clásico de los 40 y 50, y redescubrir aquellos trajes de chaqueta, las faldas a la rodilla y medias de perfecta costuras, la gracia de un pantalón sobre Catherine Hepburn o Bette Davis, aquellos impresionantes vestidos de noche y sus estolas.







De regalo, este cartel de Taittinger encontrado hoy por casualidad.






03 julio 2007

¿Por dónde empiezo?

¡Qué horror, abandoné mi blog todo el mes de Junio!! Lo cual implica entre otras cosas que no sé por donde empezar a contaros….

Ha sido un mes súper movido, porque estuve en casita (la de verdad) por una boda y luego unos días de viaje con la súper hermana… Mientras estuve en Europa teníamos la costumbre de escaparnos una semana juntas, casi siempre al solecito. Intentando engañar los inviernos parisinos.
Hacía como tres años que no podíamos hacerlo…. Y la verdad las hemos disfrutado muchísimo.
Bermudas, nos fuimos a Bermudas, donde durante una semana nos dedicamos a tirarnos al sol en una playa. Son lo que yo llamo momentos morsa.
Hablamos, nadamos, comimos en plan cura de desintoxicación de todas esas porquerías que Marieta come durante las 51 semanas restantes, probamos nuevas cremas, dormimos, vegetamos al sol, nadamos con delfines, dormimos un poco más….

Regresamos con las pilas nuevas, y en mi caso la cara descansada, lisa, radiante…. Creo que me duró tres días.
Perdí constancia con las cremas, empecé a comer mal de nuevo y a dormir poco, me encontré con un par de problemillas de urgente resolución a mi llegada, del tipo la casa a la que te mudas pasado mañana se inundó, mejor anulas todo y buscas otra.

De Bermudas me traigo los días sin prisa, las comidas a ras del agua, las risas, el azul turquesa de sus playas y las casas blancas.

Llama la atención ese toque inglés (se conduce por la derecha y te recibe un cuadro de la reina en el aeropuerto), presente en la decoración, en el estilo de numerosas edificaciones, y plasmado en las carreteras a través de los nombres de las poblaciones, escudos, banderas.
Sorprende porque contrasta con los colores pastel de la isla, que le da un aire caribeño quizás heredado de los esclavos africanos, y con una vegetación espesa y tropical.
La segunda particularidad de Bermudas es que consta de nueve campos de golf, en 21 millas de largo por 2 en su parte más ancha. Ahora mismo no recuerdo si son 21 o 23 millas. El caso es que el verde de los campos de golf se extiende por todo el paisaje, rodeado por una vegetación espectacular…

Y volviendo a este mes de Junio, fue mi cumple, Maca se lanzó a la aventura de los blogs (prometo link en unas semanas), surgieron nuevos proyectos que por superstición no vamos a adelantar, llegó el invierno a Montevideo, anunciaron la temporada de opera del Solís que este año incluye Carmen (bueno Carmen y Rigoletto porque solo son dos, pero como siempre quise ver Carmen pues sobra), por fin estrenaron La Môme, y el Alinghi ganó la Copa América.
Y con él Valencia ganó el respeto y el lugar que se merecía, mostró al mundo su belleza, su tenacidad y la hospitalidad de su gente.
Esta noche lo celebraré frente a mi estufita y brindaré por la Formula 1, por la luz de nuestra tierra que nunca me cansa y siempre me sorprende, por las playas de Jávea en los cuadros de Sorolla, las novelas de Blasco Ibáñez en mi memoria, la blancura de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, los paseos por el viejo cauce del Túria entre palmeras y naranjos, el olor del azahar anunciando la primavera, los amigos que deje allí y los que hice aquí, que me demuestran día a día que viven lo “mío” como si fuese suyo.