Cuando Marieta pasa mucho tiempo sin escribir no sabe por donde empezar.
Y le invade la nostalgia, porque le encantaría hablar de todo lo que vivió (o no) en esos días, de la cámara web que le sonrió por casualidad en Internet y hoy candidata a capricho oficial, de la próxima salida de Please ! dedicada únicamente a la joyería, de la última tienda … pero siempre termina escribiendo de lo que uno soñaba cuando todavía creía que en esta vida se puede llegar a ser lo que se anhelaba .
Marieta no sabe muy bien lo que siempre quiso ser (quizás lo sepa demasiado), pero siente retazos, como un déjá vu desazonador. A menudo provocados por un perfume de hombre, un olor de infancia, un rostro conocido, rara vez una canción.
El retazo nostálgico de hoy le vino en forma de Orient Express.
Marieta siempre se preguntó como sería un Paris ~ Venecia en el mítico tren.
Cuando viajar todavía era una aventura y los baúles, cubiertos de sellos se amontonaban en los andenes. Cuando los hombres se levantaban cada vez que sus mujeres iban al tocador, y las Mata Hari se paseaban en blanco y negro por los pasillos de los vagones.
Marieta quizás elegiría otro tramo de recorrido, con destino a Estambul o a Budapest y no habría dejado de fumar, por eso de que le diesen fuego con un encendedor de plata envejecida.
Y reservaría mesa en el coche restaurante, dónde fumarse un habano tras la cena, acompañada de un buen coñac, y se mezclaría con el resto de los viajeros inventándoles una vida de escritores y reporteros, de diplomáticos mujeriegos o de vividores en busca de mejores vientos.
Quién sabe si no se descubriría intrépida y viajaría en alguno de aquellos trenes espectaculares que atravesaban la selva tropical. Con paisajes de lino blanco y sombreros de panamá, rodeada de brocados orientales, rojos y dorados, mientras la espesa vegetación desfila, indomable tras las ventanas.
De vez en cuando Marieta cierra los ojos y viaja, de Paris a Estambul.
La podéis encontrar en el restaurante, con un cigarrillo en la mano y una copa de whisky. Observando al resto de los viajeros. Acumulando sellos en su pasaporte.
* Cate Blanchett, fotograma de El buen alemán
Y le invade la nostalgia, porque le encantaría hablar de todo lo que vivió (o no) en esos días, de la cámara web que le sonrió por casualidad en Internet y hoy candidata a capricho oficial, de la próxima salida de Please ! dedicada únicamente a la joyería, de la última tienda … pero siempre termina escribiendo de lo que uno soñaba cuando todavía creía que en esta vida se puede llegar a ser lo que se anhelaba .
Marieta no sabe muy bien lo que siempre quiso ser (quizás lo sepa demasiado), pero siente retazos, como un déjá vu desazonador. A menudo provocados por un perfume de hombre, un olor de infancia, un rostro conocido, rara vez una canción.
El retazo nostálgico de hoy le vino en forma de Orient Express.
Marieta siempre se preguntó como sería un Paris ~ Venecia en el mítico tren.
Cuando viajar todavía era una aventura y los baúles, cubiertos de sellos se amontonaban en los andenes. Cuando los hombres se levantaban cada vez que sus mujeres iban al tocador, y las Mata Hari se paseaban en blanco y negro por los pasillos de los vagones.
Marieta quizás elegiría otro tramo de recorrido, con destino a Estambul o a Budapest y no habría dejado de fumar, por eso de que le diesen fuego con un encendedor de plata envejecida.
Y reservaría mesa en el coche restaurante, dónde fumarse un habano tras la cena, acompañada de un buen coñac, y se mezclaría con el resto de los viajeros inventándoles una vida de escritores y reporteros, de diplomáticos mujeriegos o de vividores en busca de mejores vientos.
Quién sabe si no se descubriría intrépida y viajaría en alguno de aquellos trenes espectaculares que atravesaban la selva tropical. Con paisajes de lino blanco y sombreros de panamá, rodeada de brocados orientales, rojos y dorados, mientras la espesa vegetación desfila, indomable tras las ventanas.
De vez en cuando Marieta cierra los ojos y viaja, de Paris a Estambul.
La podéis encontrar en el restaurante, con un cigarrillo en la mano y una copa de whisky. Observando al resto de los viajeros. Acumulando sellos en su pasaporte.
* Cate Blanchett, fotograma de El buen alemán
6 comentarios:
Saltando de aquí para allá por no tener billete para el Orient Expres, me encuentro con esta maravilla que consigue transportarme hasta un viaje largo, muy largo... recorriendo China en tren, que también tiene su punto sugerente. Sin periodistas, sin Mata Haris, sin espías... pero muchas mujeres viajando, solas o en grupos, cargadas de bultos, compartiendo con ellas incluso tres días seguidos, frente a frente, imaginando cuál sería su etnia, a dónde irían con aquellos paquetes, quién las esperaba al final. Los largos viajes en tren siempre son una aventura.
@ Agua en la Fiebre
¡Muchísimas gracias por tu comentario!
Una se pregunta a menudo cual será el destino final de las mujeres que describes.
En cierto modo me recuerdan a las africanas, trabajando, cargadas de niños y bultos, pero siempre adelante.
Qué viaje tan hermoso. ¡Y tan duro! Frente a unas pasajeras que luchan día tras día sin saber si es resignación o simplemente plantarle cara a lo que la vida decidió por ellas.
Y en esos tres días de viaje, ¿qué pensarían ellas de su vecina extranjera?
Pues ya puestas, te contesto. El viaje por China duró dos meses, recorrimos desde Beiging a Hong-Kong en transporte público. Habíamos estudiado un poco de chino, pues allí nadie habla inglés, o no lo hablaba entonces pues era el año 98 e íbamos de mochileros. Algunas travesías en tren llegaron a durar hasta cuatro dias completos (no iban los trenes a más de treinta por hora, hasta que llegamos a Hong-Kong).
Ellas me miraban con simpatía, o a mi me lo pareció, con alguna llegué a travar conversación y nos escribimos un tiempo, con la ayuda de mi profe de chino. Les resultaba realmente extraño ver a aquella rubia y su mochila, viajando con tres hombres mayores y barbudos, ninguno de los cuales era su marido. Además, en aquel tiempo, tenía pendiente una asignatura y me había llevado mis apuntes para estudiar en el viaje, les encantaba ver mi cuaderno, con mis letras, creo que casi tanto como a mi me gustan las suyas, que sigo practicando en cuanto puedo... cambiamos cosas, Realmente me dejó impresionada la fuerza de la mujer china y su participación en la vida. Los trenes, que están militarizados, eran gobernados por mujeres, ataviadas con distintos uniformes, según su cargo, era algo cotidiano el ver a una mujer conducir un autobús articulado, incluso había mujeres taxistas, aunque los taxis escaseaban. No soy una forofa de ninguna "revolución" pero creo que ha sido un gran avance el haber pasado de una sociedad, prácticamente feudal y, por supuesto, machista, a lo que yo pude percibir en los movimientos cotidianos. Además, he de reconocer, que eran todas guapísimas y tenían unas piernas envidiables que enseñaban sin el menor pudor montadas en sus bicicletas. Alguna vez tuve que decirles a mis compañeros de viaje... eh... que yo también estoy aquí. Según la región en la que estuviéramos, encontramos distintos tipos, etnias, fenotipos o como se diga... en concreto en Xiam eran auténticas porcelanas y, para colmo, altísimas. En fin... no me enrrollo más. Me encantan las cosas que escribes de tus viajes.
Querida Agua en la Fiebre
Impresionante tu relato. ¡Eso si que es una aventura !
Me encanta porque lo describes como si fuese ayer.
¡Desde luego que momentos así merecen un post aparte! por ello con tu permiso voy a publicar tu comentario para todos aquellos perezosos que no abren los comentarios.
Tienes mi permiso para hacer lo que quieraas con el comentario. Realmente, te lo cuento como si hubiera sido ayer porque estoy escribiendo sobre ello. Tengo la costumbre de llevarme siempre un cuaderno en los viajes para anotar en él mis impresiones sobre lo que veo o lo que me sucede por dentro mientras viajo. Alguien leyó uno de ellos y me sugirió que lo novelara, así que en ello estoy, leyendo lo escrito y recordando, tratando de recuperar detalles de cada día, ordenando... ya sabes, cuando viajas así, algunas veces, tienes que escribir mañana lo que sucedió ayer y se mezcla con lo que está sucediendo en ese momento.
Me canso un poquito, más bien se me cansa esa parte del cuerpo que no es el cuerpo y que algunos llaman alma, por éso ando deambulando por aquí, leyendo lo que escribís las demás y a la vez combinando el paseo por China con el paseo por la India, que también tuvo un cuaderno muy gordo como resultado. Recorrer los paises en tren tiene en si mismo varios viajes, tantos como trenes cojas, tantos como viajeros se suban y te atraigan la intención...Saludos y sigo a lo mio... que ya estamos intentando salir de Beiging desde la estación más grande del mundo y llegamos allí en un taxi con tan sólo dos minutos antes de la salida....
Jajaja
¡No lo puedo creer, te iba a preguntar si habías pensado en escribir cuadernos de viajes alguna vez !
Recuerdo en concreto los de un artista plástico basado en Paris.
Exhibió hace unos años sus cuadernos de viajes que son en realidad su fuente de inspiración y eran alucinantes.
Contenías fotos, dibujos, telas, monedas, entradas ….
Increíbles.
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