Hay un lugar en Uruguay que me fascina. Se llama José Ignacio, y mi parada se llama La Huella, concretamente Parador La Huella.
Nada que ver con nuestros paradores y mucho que ver con los antiguos chiringuitos de playa que te encontrabas hace 20 años en toda la costa mediterránea.
Eso si, La Huella tiene todo el chic y glamour de la Riviera Francesa con acento argentino, y muy poco de techo de cañas.
Eso si, La Huella tiene todo el chic y glamour de la Riviera Francesa con acento argentino, y muy poco de techo de cañas.
Las Pascuas pasadas cuando vinieron a verme mis padres, José Ignacio fue parada obligada. Reservé en un hotel divino La Posada Azul Marino (no os dejéis engañar por el nombre) al que accedíamos por no sé cuantos kilómetros sin asfaltar, y cenamos en La Huella.
Aquí en Uruguay las brasas siempre están listas y el pescado que pedimos no eran tanto a la plancha como a la parrilla. Huelga decir que estaba delicioso. Disfrutamos tanto de aquella cena que el lugar queda entre aquellos recuerdos que te acompañan y que quieres compartir con tus amigos.
Este antiguo pueblo de pescadores es mi refugio muchos domingos cuando necesito salir de Montevideo y perderme entre el viento y la arena.
Cuando echo de menos la Jávea de nuestra infancia, el ruido del mar o la silueta del faro.
Aquí en Uruguay las brasas siempre están listas y el pescado que pedimos no eran tanto a la plancha como a la parrilla. Huelga decir que estaba delicioso. Disfrutamos tanto de aquella cena que el lugar queda entre aquellos recuerdos que te acompañan y que quieres compartir con tus amigos.
Este antiguo pueblo de pescadores es mi refugio muchos domingos cuando necesito salir de Montevideo y perderme entre el viento y la arena.
Cuando echo de menos la Jávea de nuestra infancia, el ruido del mar o la silueta del faro.
El faro de José Ignacio
Las playas de José Ignacio
Y por supuesto Lola tomando el sol en La Huella.
Un must.
1 comentario:
y para cuándo me harás la reserva??
jajajaj
el sitio se ve precioso....me dan ganas de estar allí sólo por escuchar los silbidos del viento
y no veas qué hambre me ha dado (para variar) lo del pescado y la parrilla....
lo único que se le puede acercar en mis recuerdos es el pescaíto frito en la playa malagueña...
besitos
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