La semana pasada fui testigo de una de esas chispas de humor uruguayo que tanto me sorprenden.
El 25 de mayo se inauguró la Torre Ejecutiva de Montevideo, donde se ubica desde ahora la Presidencia de la República.
Como pequeño dato curioso cabe contar que la piedra inaugural se colocó en 1965 y, entre pitos y flautas, el edificio quedó inmóvil cual carcasa vacía y abandonada durante más de cuatro décadas en una de las plazas más importantes de la ciudad.
La agencia en la que trabajo se encuentra justo enfrente de este mastodonte de cristal, por lo que ese día pudimos asistir en primera fila (más bien ventana) a la entrega de las llaves al presidente uruguayo. La verdad es que la ceremonia fue rápida y discreta.
Mientras me alejaba de vuelta a mis quehaceres, pude escuchar atónita como la Filarmónica entonaba... el Aleluya de Haendel.
Me encantó esa forma de reírse de uno mismo, aunque como bien me apostilló un compañero, 45 años es más de lo que se tardó en construir muchas de las pirámides.
El 25 de mayo se inauguró la Torre Ejecutiva de Montevideo, donde se ubica desde ahora la Presidencia de la República.
Como pequeño dato curioso cabe contar que la piedra inaugural se colocó en 1965 y, entre pitos y flautas, el edificio quedó inmóvil cual carcasa vacía y abandonada durante más de cuatro décadas en una de las plazas más importantes de la ciudad.
La agencia en la que trabajo se encuentra justo enfrente de este mastodonte de cristal, por lo que ese día pudimos asistir en primera fila (más bien ventana) a la entrega de las llaves al presidente uruguayo. La verdad es que la ceremonia fue rápida y discreta.
Mientras me alejaba de vuelta a mis quehaceres, pude escuchar atónita como la Filarmónica entonaba... el Aleluya de Haendel.
Me encantó esa forma de reírse de uno mismo, aunque como bien me apostilló un compañero, 45 años es más de lo que se tardó en construir muchas de las pirámides.